Liliana Trujillo y Augusto Mazzarelli en una escena de "La Barragana".
Liliana Trujillo y Augusto Mazzarelli en una escena de "La Barragana".
/ La Plaza
Juan Luis  Del Campo

Una hacienda en Jauja, 1742. En una noche iluminada por la luna llena que parece poblada por ánimas toca la puerta alguien que se pensaba muerta. María Josefa, hija que sacrificó al caudillo rebelde Juan Santos Atahualpa para que no invada sus tierras, ha regresado para morir entre sus ancestros, desencadenando una secuencia que podría destruir todo por lo que ha luchado su madre.

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Estrenada el 18 de agosto en La Plaza, “La Barragana” cierra el ciclo de obras escritas por y dirigidas por comenzado por “La cautiva” (2014) y continuado por “Savia” que reflexionan sobre la violencia en el Perú, en esta ocasión tocando lo que es quizás el pecado original de nuestro país, el racismo, al ponernos en una época donde las etnias y castas decidían nuestra posición social.

“‘La Barragana’ se ubica en un tiempo en la que ciertas identidades se van forjando, por lo que se ven claramente retratadas diferencias que todavía no han pasado por los actuales y fallidos intentos de unificación”, señala a El Comercio Chela de Ferrari. “En la obra vemos la sectorización de los personajes y el desprecio entre clases, lo que nos permite acercarnos a las problemáticas que surgen de estos vínculos entre culturas y etnicidades. También nos recuerda que la cosificación, el desprecio, el racismo y la mayoría de los problemas que vivimos ahora los venimos arrastrando desde aquella era”.

Esto queda más que resumido en el personaje titular, magistralmente interpretado por Liliana Trujillo, una mujer mestiza cuya posición en la escala social se encuentra en una continua incertidumbre. Víctima y victimaria de la época, ella utiliza su crueldad como herramienta para mantener el poco poder que ha logrado recolectar como la pareja de un acaudalado hacendado (Augusto Mazzarelli), incluyendo usar a su propia hija María Josefa (Fernanda Llanos) como ofrenda.

Fernanda Llanos como María Josefa, la hija que la Barragana sacrificó al rebelde Juan Santos Atahualpa.
Fernanda Llanos como María Josefa, la hija que la Barragana sacrificó al rebelde Juan Santos Atahualpa.
/ La Plaza

La Barragana es una mujer de profundas carencias, que busca sobrevivir un mundo que le es hostil, que la desprecia y que ella desprecia”, considera la directora. “Por ende, busca sostenerse de vínculos afectivos que surgen de la necesidad de sobrevivir y que conforman extrañas de formas de familia”.

Cabe señalar que, si bien “La Barragana” cierra la trilogía, Chela de Ferrari considera que no es necesario haber visto las anteriores obras para entenderla. “La obra tiene vida propia y se relaciona con lo que estamos viviendo en la actualidad”, consideró. “Aun así, me gustaría en algún momento ponerlas todas en una temporada, porque permiten ver en orden cronológico regresivo tres momentos de extrema violencia en el Perú”.

Es justamente la violencia la que sirve de hilo conductor para juntar estas tres épocas dispares como son los años de terrorismo bajo Sendero Luminoso con la explotación ocurrida durante la fiebre del caucho y las rebeliones indígenas contra el sistema colonial. “En este país no nos consideramos personas agresivas, sin embargo, hemos sido capaces de la violencia más extrema”, señala. “Y esto no se ha dado por alucinados que cayeron del cielo, sino por movimientos profundamente peruanos. A través de esta trilogía, nosotros buscamos entender el origen de esta violencia no solo en conflictos armados, sino también la que ejercemos los unos contra los otros en la vida cotidiana.”

“La Barragana” se estrena este 18 de agosto en el Teatro La Plaza con funciones de miércoles a lunes a las 8 p.m. y los domingos a las 7 p.m. Las entradas están a la venta en la página web y en la boletería del Teatro La Plaza, en Larcomar.

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