Giulio Valz-Gen

Lasuele llevarse casi toda la atención de los medios y la ciudadanía cada vez que enfrentamos unos comicios generales. No ocurre lo mismo con la , que suele ser más deslucida.

Esto se debe a varios factores, desde el poder que concentra el cargo de en una persona, hasta el hecho de que es más fácil reportar sobre una elección entre 18 candidatos (que igual es un número escandalosamente alto) que una entre más de 2.000.

La elección presidencial es importantísima y por supuesto que merece máxima atención. Sin embargo, lo que viene ocurriendo desde el 2016 en relación con el poder real que ha demostrado tener el debería llamarnos por lo menos a una reflexión y a un intento anticipado por dirigir más miradas a la elección de los 130 congresistas.

Hasta el 2016, los presidentes elegidos llegaron a alguna forma de entendimiento con el Parlamento que les permitió completar sus mandatos sin ser vacados. No es que hayan cambiado nuestras reglas, pero desde el 2016 y la elección de 73 parlamentarios del partido que perdió la segunda vuelta (Fuerza Popular), esos entendimientos políticos quedaron en el olvido y, en lugar de tener dos presidentes durante ese período, vamos seis.

Si el mandatario elegido no tiene al menos 44 votos en el Congreso, puede ser vacado por incapacidad moral (se requieren 87 votos para ello). Claro que deben verificarse las causales y que hay posiciones jurídicas que explican qué debe interpretarse por “incapacidad moral”, pero lo cierto es que, si existen los votos, son altas las chances de una destitución anticipada.

Si bien el Ejecutivo también tiene la posibilidad de disolver el Congreso, la ley aprobada por esta gestión parlamentaria para atajar los posibles intentos de Pedro Castillo de presentar un festín de cuestiones de confianza y disolver el Legislativo (la Ley 31355) ha restringido y prácticamente eliminado dicha posibilidad. La norma en cuestión fue validada por el Tribunal Constitucional.

Fuera de su utilidad temporal durante el castillismo, el efecto presente y sobre todo futuro de esa norma es que el balance que existía entre el Congreso (vacancia presidencial) y el Ejecutivo (cuestiones de confianza) ha desaparecido. Aunque el presidente mantiene poder para gestionar el Estado, en la práctica el poder político del Congreso lo supera.

Y si sabemos de antemano que esas son las características de nuestro sistema, debemos prestarle más atención a la futura elección congresal. La foto del presente permite anticipar el futuro. Congresistas que cambian de camiseta a días de iniciarse la gestión, multiplicación de bancadas, falta de cohesión en las votaciones, populismo, oportunismo, impredecibilidad. Y, claro, todo tipo de denuncias por delitos e irregularidades.

Más allá de los pedidos de adelanto de elecciones generales, lo cierto es que hoy no estamos en un contexto electoral y eso es un activo para visibilizar desde ahora lo que puede venir.

Por ‘atención’ a los comicios parlamentarios no me refiero solo a la información que suele difundirse sobre los candidatos cuando se acerca la fecha de las elecciones (denuncias penales, sentencias, faltas administrativas), sino a lo relevante y estratégico que es el voto en dicha elección.

Para ponerlo en perspectiva, es probable que la discusión sobre la instalación de una asamblea constituyente sea uno de los puntos principales de campaña y de debate en el próximo Congreso. Si la izquierda y sus eventuales aliados llegan a tener 87 votos (que es lo que se necesita para modificar la Constitución), es probable que vayamos a ello.

Los grupos de derecha y los que pensamos que el Perú no necesita reescribir todas sus reglas para encaminarse al desarrollo debemos ser más conscientes de esto. El presidente –sea de izquierda, derecha o centro– juega el partido, pero es el Congreso el que lo define. Y ahora que los partidos se juegan más en los extremos, no debe descuidarse el centro pues son ellos los que suelen inclinar la balanza a uno u otro lado.

Cuando enfrentemos el próximo electoral de las 4 p.m., tengamos en cuenta que la elección presidencial es solo una parte de lo que se viene. El otro flash, ese que sale un buen rato después y que ni siquiera lleva esa etiqueta, es tan o más importante.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Giulio Valz-Gen es socio de la consultora 50+1