Foto: Getty Images Signature
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Mireya Peredo

En pleno 2024, el término “micromachismo” puede resultar poco familiar para algunas , y más aún, hombres. Y es que se trata de una denominación que recién surgió en los años noventa y es en estos días que cobra mayor protagonismo. Si se dice que el mata, ¿Qué efecto tienen exactamente los comentarios y actitudes micromachistas? Para profundizar en este tema que experimentamos a diario -pero no exponemos con la misma frecuencia-, conversamos con Claudia Draghi, profesora de Pacífico Business School especializada en desarrollo de habilidades gerenciales.

¿Qué es el micromachismo?

Fue el psicoterapeuta argentino, Luis Bonino, quien acuñó el término micromachismo a principios de la década del noventa. Así definió ciertos comportamientos como “aquellas conductas masculinas que sobreponen la autoridad de los hombres por encima de la de las mujeres. Esas actitudes puede estar presentes en aspectos como el hogar, lo social, e incluso, el ámbito laboral.

“Se dice que un hombre es un muy buen papá cuando ayuda en la casa, mientras que si tú eres una mujer que está luchando por su carrera, has sido ascendida como gerente, y llegas tarde a ver a tus hijos, eres una mala mamá. Estos comportamientos son socialmente aceptados y no generan una denuncia, por lo tanto, no se contabilizan”, explica Draghi.

“No porque son comunes, necesariamente tienen que ser aceptados. Pero ojo, yo reconozco el micromachismo pero, eso no quiere decir que yo me tengo que pelear con el otro, asumiendo que lo hace con mala intención. En la mayoría de los casos, no es así. Lo hace porque él también creció creyendo que eso era lo correcto”, señala. La importancia de que nosotras -como mujeres- entremos en una conversación buscando puntos en común, es lo que educará a las demás personas y, potencialmente, disminuirá los casos de micromachismo.

Micromachismos en la oficina

Debemos tener en claro que el micromachismo genera cierta posición de poder negativa. En el terreno laboral, existe la típica etiqueta de la mujer “histérica”. “Cuando una mujer lucha por una idea y muestra una actitud imponente es considerada histérica, pero cuando un hombre se expresa de la misma manera, lo catalogan como firme”, comenta.

Expresiones como “siempre estás trabajando, como descuidas a tu familia”, son un claro ejemplo de lo que significa el micromachismo en el ambiente laboral. Estas actitudes, no necesariamente surgen de los jefes, más bien, están presentes en todos los niveles. Incluso, pueden venir de nosotras mismas, las mujeres. Según la especialista en temas gerenciales, esto se da con mayor frecuencia cuando existen diferencias generacionales entre el género femenino.

Y más allá de la indignación o incomodidad que estos comentarios pueden generar, afectan la salud mental de las mujeres. “Quienes tenemos acceso a la educación, tenemos la capacidad de cuestionar esas actitudes equivocadas. Pero esto no quiere decir que no tenga un impacto importante en la salud mental. En escenarios en los que las mujeres no tienen la oportunidad de educarse, sienten que está bien ser violentada con ese tipo de comportamientos y los normalizan”, señala Draghi.

Precisamente, el punto de vista de la especialista en temas de género es valioso desde la experiencia que ha tenido con clientas, hasta los testimonios que ha podido recoger a lo largo de su carrera. “Como mujeres, tenemos que estar dispuestas a mirar el micromachismo con ganas de reaprender, aunque no sea fácil. Más aún siendo mamás, porque debemos ser conscientes que es el ejemplo que le estamos dando a nuestros hijos”.

¿Cómo enfrentar el micromachismo?

Debemos tener muy presente que el micromachismo sí es dañino y limita con la agresión. Sin embargo, cuando notas que en la persona hay una inconsciencia, las conversaciones uno a uno podrían ser la mejor manera de abordar la situación.

“Lo que pasó no puede volver a pasar. Yo entiendo que tu mirada sobre las mujeres es tal, porque es lo que aprendiste, pero no voy a permitir algo así nuevamente. Entender que no se trata de feminismo, ni de machismo; ni de histeria, ni de firmeza, sino de defender un punto de vista, es fundamental”, cuenta Dragui sobre un caso en el que acompañó a una ejecutiva a afrontar una situación de micromachismo.

Ahora, si es que hay una falta de respeto, en ese momento sí es importante decir: “Esto no te lo permito”. Es cuestión de saber colocar límites de manera asertiva. No permitir la transgresión bajo ningún motivo, actuando con disposición de enseñar y lograr ser escuchada.

“La única forma de avanzar es educar. Y no hacerlo solo desde el Estado, sino en cada interacción, en cada momento. En como crío a mis hijos, como me relaciono con mi pareja”, reflexiona Draghi.

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